Sombras
by Diana Cid del Prado
No recuerdo dónde, pero hay una frase que dice “no podemos ver la luz sin algo de oscuridad”. Si me preguntan, yo pensaba que esto era una tontería. ¿Para qué querría yo la oscuridad? ¿Por qué querría sentirme mal? ¿Por qué no poder estar siempre en la luz?
Es tan simple, no se puede. La vida no es únicamente luz. Es una serie de cambios, de luces, de giros… de sombras. Un día puedes estar calientito y seguro en la luz, deslumbrado y feliz. Y al otro día... puede que estés en el frío, en la oscuridad... a ciegas en la penumbra, no queriendo abrir los ojos por el miedo de encontrar algo aterrador frente a ti. Pero ¿Si se pudiera tener las dos? El confort de la sensación oscura y la luminosa.
Este último año cambió sus luces sobre mi. Salí de la oscuridad y me paré de poquito en poquito en la luz. La disfrute un rato, pero después las cosas se pusieron complejas para todos. Este año se sintió como un otoño eterno. En el que la luz viene y va, todo se nubla y el frío está ahí... presente, cortando nuestras mejillas, haciendo que lo sintamos incluso en nuestros huesos. Dejándonos con la sensación de que tenemos que abrazarnos a nosotros mismos para recuperar un poco de calor.
Me he encontrado a mi misma abrazándome, recuperando ese calor, repitiéndome que todo va a estar bien. Que la luz se va a volver a posar sobre mí. Pero no, estoy entre las sombras como todos, unos días sintiendo calor y luz y otros sintiendo un frío que me pone triste, viendo cómo todo se nubla sobre mí.
Nos convertimos en sombras. Un día estamos adelante y luego atrás. Un día nos vemos más grandes y otros más pequeños. La luz nos hace ver dorados, y creo que hemos aprendido tanto de este cambio, de estas sombras.
Todo este año se sintió como el día que tomamos estas fotos, las partes de mi cuerpo en las que caía la luz estaban cómodas y cálidas, mientras que las que estaban expuestas a la sombra estaban frías y algo temblorosas. Sentía estas dos sensaciones al mismo tiempo y pensaba: así es como se sintieron para mí estos meses. No tenía palabras para describirlo, pero así es.
Qué curioso que un cambio de luz, un reflejo del sol, una nube en el camino, te haga ponerle palabras a las sensaciones, que curioso que la misma reacción de mi cuerpo a esta hermosa exposición, me hiciera sentir el confort de ponerle un nombre a esta etapa de mi vida. Y orgullosamente me expongo, rindiéndole con mi cuerpo un tributo a este año, disfrutando, melancólica, bailando, brincando, moviendo mi cuerpo en tantas direcciones, honrando a la vida, la muerte, la tristeza y la alegría, la ganancia, la pérdida y el dolor. Tanto y tanto dolor, todo marcado en un cuerpo, una piel, una mente, un sentimiento. Todo expresado en estas imágenes.
Sabemos que ya nada va a ser como antes, por lo que aprendimos, lo que perdimos, lo que fuimos soltando en el camino. Porque ya nos sabemos, nos reconocemos como sombras y difícilmente vamos a dejar de serlo.
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