Renacer
by Diana Cid del Prado
Me veo a mí misma y me desconozco. No puedo creer que esta es la persona que soy ahora. Siento que mi yo de hace un año me ve con horror y piensa: ¿Qué hiciste? ¿Sabes todo el tiempo que me tomo construirte? Pero no me importa. No quiero vivir en una mentira. No quiero volver a ser lo que fui un día. No quiero volver a sentir miedo de mí. Aterrarme a la hora de demostrar lo que siento, de ser frágil, de exponerme y ser rechazada o aceptada. Ya no le tengo miedo al rechazo. Estoy dejando poco a poco esta obsesión por ser perfecta, por complacer a todas y cada una de las personas que se paran en mi vida. Estoy harta de las máscaras, de no poder verme en el espejo sin sentirme incómoda por no cumplir con un estereotipo. Me veo desnuda, expuesta y digo: esta soy yo, esta realmente soy yo. Y me siento maravillada de poder reconocerme finalmente, como si me viera desde afuera y encontrara algo precioso. Algo precioso que siempre estuvo conmigo. No puedo evitar recordar a las personas que en algún punto hicieron comentarios negativos sobre mi persona y las que siempre me dijeron que dejara de fastidiar y me diera cuenta de lo que tenía. Me abrazo y renazco con amor. Con mi amor. Con el amor de mi herencia, mi color de piel igual al de mi madre, mis ojos idénticos a los de mi abuelo, mi estatura igual a la de mi abuela, mi color de pelo del que ya ni siquiera tenía memoria. Con amor veo esas marcas, esas venas, esa piel imperfecta, esa falta de curvas, incluso la falta de actividad física que no me hace ver fit. Abrazo mi cuerpo, imperfecto, pero hermoso. Mi sexualidad, mi feminidad. Mi pelo corto que me hace fea ante unos y hermosa ante otros. Pero que, principalmente, me hace feliz a mí, porque tenía años sin sentirme el pelo sano. Abandono la comodidad de ser una persona “perfecta” y aceptada por los demás, que al final no me aceptaban, y me acepto yo... por encima de ellos. Me amo yo, por encima de las personas que no me amaron como yo deseaba. Todo este año fue un proceso de abandonar esta jaula, esta piel, esta mentira, dejarlo todo atrás y renacer. Renacer desde lo más oscuro, lo más corrupto de mi ser y dejar salir lo que soy realmente, abandonando cualquier sentimiento y acción que dañó a otros y me dañó a mí. Me permito llorar sobre ese cuerpo y sobre esa vida, despedirme de lo que un día fue y jamás debió ser, para dejarme nacer y vivir como siempre debí. Libre, amada y amando. Llorando, riendo, siempre con miedo... pero ya sin paralizarme. Al contrario, cada que el miedo intente dominarme... voy a dar un paso adelante… y otro… y otro hasta abrirme paso. Voy a quitarme todo lo que estorbe, todo lo que no me permita crecer, todo lo que no me permita renacer. Abrazo este renacimiento, lo vivo, lo celebro y lo amo con toda la fuerza que mi piel y mi cuerpo me permiten.
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